Un eminente pedagogo al impartir una conferencia sobre los procesos de enseñanza aprendizaje, comienza de la siguiente manera:
"Señores, como especialista en enseñanza quiero comunicarles un logro extraordinario: he enseñado a hablar a mi perro y lo tengo ahí fuera esperando". Ante el desconcierto de los asistentes, el conferenciante insiste: "Si ustedes lo quieren ver, puedo hacerlo pasar para que lo comprueben".
Las miradas se clavan en la boca del perro para ver si, al menos saluda. El perro está desconcertado y silencioso.
Las miradas se dirigen al conferenciante para que explique lo que sucede. Y lo explica: "Ya se lo he dicho: yo le enseñé, pero el perro no aprendió.".
Miguel Angel Santos Guerra. En "Cuadenos de Pedagogía, nº 343, p. 10-
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¿En el mismo sentido?:La culpa de la desmotivación y los suspensos: